domingo, 1 de julio de 2018

Historia del Púrpura - Los Fenicios y Romanos.

Estoy comerciando con el púrpura, ¿no lo ves?


En capítulos anteriores se desmenuzó y abrió en canal al color púrpura, pues comenté sus características y etimología. A medida que la cirugía se iba realizando, la historia iba saliendo y es ahora cuando hay que tratar detenidamente a la cultura que popularizó en la antigüedad este color y acabó por convertir el tinte en un auténtico negocio en torno al Mediterráneo. Hablemos pues de los fenicios.

Un pueblo maltratado: fenicios, púnicos, cartagineses y cananeos.

Es de gran importancia conocer que la información que nos ha llegado a nuestros días sobre los fenicios NO es primaria. Gran parte del conocimiento que tenemos de ellos ha sido recogido por historiadores de época romana y griega y, como es frecuente en estos casos, las fuentes escritas por la cultura grecolatina ha dañado la imagen que se tiene de ellos impregnándolos de desprecio. Se les ha catalogado de estúpidos, sanguinarios, bárbaros, timadores e incluso se ha llegado a aplaudir el holocausto fenicio por parte de los romanos.

El principal problema (y el que cualquier historiador debería tener en cuenta) es que el mismo pueblo fenicio recibe distintos nombres en función de la situación temporal y espacial. Por ejemplo, los griegos apodaron a este pueblo como "fenicios" en la Edad del Hierro (I milenio a.C), aludiendo al negocio que trataremos en este artículo, quienes se situaban en colonias de Libano y la Península Ibérica. Por otra parte, los romanos les bautizaron como "púnicos" en los siglos IV al II a.C para referirse a los fenicios del Mediterráneo Occidental y, por tanto, sí, como estás pensando, las Guerras Púnicas se batallaron contra este pueblo y fue aquí donde se llevó a cabo una auténtica persecución violenta "antipúnica". Finalmente, los romanos los volvieron a renombrar en el 814 a.C por la fundación fenicia de Cartago conociéndose ahora como "cartagineses" hasta su extinción.

A pesar de la poca cantidad de fuentes propias, la arqueología ha ayudado a acercarnos a la realidad de este pueblo. Su lengua es de origen semítico, como el hebreo, y ellos siempre se conocieron a si mismos como "cananeos" aunque la historiografía actual use tal término únicamente para referirse a los fenicios de Siria, Líbano y Palestina del II milenio a.C.

En resumen; fenicios, púnicos, cartagineses o cananeos son diferentes nombres para llamar a este único y misterioso pueblo organizado en diferentes ciudades - estado edificadas a lo largo de las costas y siendo las más importantes Uragit (Siria) y Biblos (Líbano).

Mapa de expansión del colonialismo fenicio junto con la fecha de su llegada a los diferentes lugares - Es interesante ver como su localización no es casual sino que siempre buscan un lugar cercano a la costa motivados por su comercio.

El Business del Murex Brandaris.

La sociedad y organización administrativa fenicia estaba siempre orientada hacia su punto más fuerte, el comercio y el intercambio de bienes entre las distintas sociedades, tanto con las más avanzadas de Oriente, teniendo excelentes relaciones con Egipto, como con algunas más primitivas como es el caso de los pueblos íberos. 

Uno de los fuertes de esta actividad comercial es la venta de productos de lujo y entre ellos nuestro querido tinte púrpura. La obtención del tinte se realizaba en zonas costeras pues, como ya he comentado, lo conseguían gracias a los moluscos, siendo el más utilizado el murex brandaris o cañadilla. Este gasterópodo marino vive en aguas poco profundas y con una tierra fangosa del Mediterráneo y del Atlántico. La concha mide unos 8 centímetros de longitud y su canal sifonal es tan largo que puede llegar a medir más de la mitad longitudinal de la concha. Además, es un molusco bastante duro y son características su grandes espinas dispuestas en fila alrededor de la concha.

Para obtener el tinte, recolectaban cerca de 9.000 cañadillas y las almacenaban en grandes huecos de piedra abiertos bajo el sol en las tintorerías costeras y una vez allí los machacaban mediante morteros. Este proceso era bastante duro, pues debían machacar continuamente para que la mezcla no se fermentara con el calor y además solían añadir orines para ablandar la piel dura del molusco. Una vez que la composición era homogénea y el color era el deseado, la guardaban en barriles junto con las telas que querían teñir de púrpura y lo dejaban reposar en barriles cerrados herméticamente un par de días para finalizar este exquisito y apreciado tinte. Así como anécdota, entre las manchas y el olor que impregnaba a los que trabajaban, el resultado fue que la sociedad de la época sintieran rechazo hacia los tintoreros.

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Aquí una muestra del molusco murex brandaris o cañadilla y a su lado diferentes hilos teñidos siendo este el color del resultado final. - Estas telas teñidas eran tan apreciadas que en diferentes momentos de la historia llegaron a superar el valor del propio oro.
El Colonialismo, el Fenómeno Fan y las Imitaciones.

La alta cantidad de cañadillas que se necesitaba para la obtención de la púrpura provocó que los fenicios hubieran de emprender su camino colonial por los mares en busca de bancos de moluscos. La causa también la encontramos en la alta demanda que tenían las telas de las tintorerías fenicias por parte de otras culturas vecinas, en especial de la egipcia, qué llegó a importar una gran cantidad de vestimentas durante la dinastía XXI, bajo el mandato de Akenatón y Nefertiti (1352 a. C. a 1335 a. C). Estos enigmática familia de faraones llevaron la fiebre por el púrpura a Egipto y convirtieron el púrpura en un color de moda entre las altas jerarquías.

Este alto valor comercial promovió el mercado de "productos semenjantes", lo que viene siendo una imitación, mediante la elaboración de sucedáneos rojizos que podían ser adquiridos a un precio menor y podían dar el pego que era de color púrpura, pues en aquella época no todos conocían tal pigmento y era fácil decir que este color lucía de esa manera. Así, se han encontrado tintorerías dedicadas a la imitación de las fenicias en zonas como Creta o el sur de la Península Ibérica en las cuales teñían las prendas no con moluscos, sino procesando líquenes, como el phicos, o aplastando insectos como la famosa cochinilla (Kermes Cocceius) de la que se conocen diferentes especies y que al triturarlas se obtiene un líquido carmín.

Si consultamos los textos antiguos, vemos que estas prendas tan codiciadas son mencionadas sin ningún tapujo en los famosos relatos homéricos como la Ilíada: 
"Agamenón el hijo de Atreo se dirigió a las tiendas y a las naves aqueas. En su mano poderosa llevaba un gran manto de púrpura."

On Wednesday We Wear Purple.

Ya en época romana, antes de las Guerras Púnicas y que Aníbal intimidara a los ejércitos republicanos con sus elefantes de guerra, es cuando la vestimenta púrpura adquiere su máxima simbología, siendo únicamente portada por los poderosos como sinónimo de ostentación. 

La propia púrpura quedó restringida mediante la legislación de la República y su uso quedó adjudicado para los altos cargos del Estado, aunque con una cierta diferenciación entre ellos. Por ejemplo, los generales podían llevar una prenda completamente teñida, pero las élites menores a este, como senadores o pretores, solo podían lucir una línea de color en el borde de su toga y la anchura de esta franja condicionaba su posición social. 

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Imagen comparativa entre las distintas jerarquías que formaban parte del gobierno de la Republica Romana, pero que nos sirve para ilustrar que la franja púrpura aumenta en función de su condición política.

Con la llegada del Imperio, las limitaciones del uso de la púrpura no disminuyeron y, para colmo, hacia el siglo IV, se promulgó un mandato que solo permitía a la familia imperial usar este color, quedando penado bajo la muerte el uso del púrpura o imitaciones para el resto de los romanos. El púrpura por tanto se concebía como símbolo de poder y extravagancia, pues es el más singular de todos los colores y en él siempre está presente la duda de si sobresale el rojo o el azul, además de que es un color que muta con la luz. Los emperadores supieron beneficiarse de este efecto mixto con unos fines psicológicos para acercarse al pueblo llamando la atención de este, pero a la vez para distanciarse de él ya que sólo podía ser vestido por los máximos dirigentes. 

Se trata de un tinte subjetivo que está llevado a la máxima ambivalencia y que dota de gran fuerza visual a quien lo porta que, con toda seguridad, en aquella época daría la impresión al espectador que el emperador es un ser de otro mundo. Esto me lleva a pensar que al restringir el uso de las vestimentas púrpuras a las demás clases sociales lo que buscaba era dar fe material de su origen divino atrapado en un ser humano y aquí encontramos aquí de nuevo otra ambivalencia.

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Recreación de la toga imperial que portaba el emperador Nerón según las descripciones del día de su coronación  (1922) - La importancia reside en cómo al traje se le añaden decoraciones geométricas y vegetales con hilos de oro en busca de resaltar los efectos visuales que provocan con la tela púrpura.

Para finalizar con este apartado y la entrada del púrpura en el mundo antiguo, me gustaría compartir el mito fenicio que explica el descubrimiento del tinte y los inicios su comercio en la colonia de Tiro, además ayuda a comprender su utilización por los emperadores para afianzar sus orígenes:

"Un día, el perro del dios Heracles mordió una concha de murex y de inmediato su boca se puso púrpura. Su compañera, la hermosa ninfa Tiro, quedó fascinada por tal coloración y declaró que solo mantendría relaciones sexuales con el dios si vestía una prenda teñida del mismo color. Heracles no tuvo más remedio que acceder a ello y así nació el famoso tinte púrpura de Tiro". - La fábula de Perseo o La bella Andrómeda. )





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